CIUDAD EVITA, Argentina (AP) — Mientras Argentina se prepara para la segunda ronda electoral del domingo, el peronismo atraviesa un momento complicado: Su candidato ha perdido atractivo incluso entre los más leales simpatizantes que viven en un suburbio de la capital que personifica en sentido literal y figurado al añejo movimiento populista.
Construida en la década de 1950 por el fundador del peronismo, el entonces presidente Juan Domingo Perón, los límites originales de Ciudad Evita tenían la forma del perfil de su esposa, la ex primera dama María Eva Duarte de Perón, mejor conocida como Evita. El lugar le brindó a los trabajadores no sólo amplias viviendas, sino también dignidad. Y por generaciones, sus habitantes han sido fervientes simpatizantes del movimiento político que defiende la justicia social y los derechos de los trabajadores.
Pero ese apoyo se ha visto estremecido por el aumento de la pobreza y una implacable inflación que ha azotado a la sociedad. Al grado que algunos de los residentes de Ciudad Evita están tentados a hacer lo que anteriormente hubiera sido impensable: Votar en contra del candidato peronista, el ministro de Economía Sergio Massa.
Eso ha puesto a Massa a trabajar horas extra para evitar que los que fueron leales partidarios se inclinen por su rival en las urnas, el derechista Javier Milei, quien irrumpió en el panorama político de Argentina y consiguió la mayor cantidad de votos en las primarias de agosto pasado.
“Siempre fui peronista. Pero hace unos años que no”, dijo Susana García, una mujer de 62 años que ha pasado gran parte de su vida en Ciudad Evita y, como sindicalizada durante varios años, ha visto de primera mano el poder del peronismo para movilizar a la fuerza laboral del país. García tiene problemas para cubrir sus gastos, ni se diga pagar las reparaciones que se necesitan en su casa de tres recámaras.
“Tengo una casa linda, pero no puedo mantenerla”, añadió.
El peronismo, un confuso movimiento con facciones tanto de izquierda como de derecha, ha sido la fuerza política dominante en Argentina durante décadas y traza sus orígenes a las fuertes alianzas de Perón — presidente durante tres mandatos — con los sindicatos. Varias décadas de declive económico han ido disipando su promesa, y Ciudad Evita ahora se encuentra rodeada por vecindarios más pobres repletos de casas en mal estado.