Por Leonaldo Reyes
Santo Domingo, República Dominicana: Cada 12 de octubre, la República Dominicana conmemora el Día de la Raza, una fecha cargada de simbolismo que recuerda la llegada de Cristóbal Colón a la isla La Española en 1492.
La narrativa histórica tradicional de muchos dominicanos, aún arraigada, celebra este día como el «Descubrimiento de América», el hito que supuestamente unió «dos mundos» y dio origen al mestizaje cultural.
Sin embargo, este concepto de «descubrimiento» ha sido fuertemente cuestionado, pues ignora que el continente ya estaba habitado por civilizaciones milenarias con ricas estructuras sociales y culturales. América existía antes de 1492.
La realidad cruda es que el arribo de Colón inició un proceso de invasión, colonización y sometimiento de los pueblos originarios, particularmente los taínos en La Española, resultando en un colapso demográfico.
Los ciudadanos arropan a las Fuerzas Armadas en un desfile con menos aviones por las nubes
Por ello, la denominación oficial en el país ha evolucionado, buscando un matiz menos triunfalista, a veces nombrándose como Día de la Identidad y Diversidad Cultural o, más frecuentemente, Día del Encuentro entre Dos Culturas.
Mientras tanto, en España, el 12 de octubre se celebra el Día de la Fiesta Nacional y Día de la Hispanidad, una conmemoración que exalta la gesta de Colón y la proyección global de la cultura y la lengua españolas.
En Madrid, el desfile militar y los actos oficiales simbolizan la unidad nacional y el orgullo por el legado del imperio español, manteniendo la narrativa del 12 de octubre como el inicio de la «Hispanidad».
Este contraste entre ambas celebraciones es evidente: lo que en la República Dominicana es un complejo «encuentro» marcado por el genocidio indígena, en España se celebra como la cúspide de su identidad histórica y nacional.
La discusión académica y social en ambos lados del Atlántico, a pesar de las resistencias, empuja por una lectura más crítica, reconociendo el innegable encuentro, pero sin borrar las atrocidades y el expolio que este trajo consigo.
El 12 de octubre es, en esencia, un espejo: refleja la dualidad de una historia compartida, vista desde la metrópoli como gloria y desde el Caribe como el doloroso inicio de la resistencia y la identidad mestiza.
