Por Leonaldo Reyes
Madrid,España.-El Leviatán es principalmente una criatura de la mitología hebrea y la Biblia, descrito como un gigantesco monstruo marino indomable, a menudo con forma de serpiente o dragón. La tradición no lo sitúa directamente en una era prehistórica, sino como una creación divina que encarna el caos y el poder del océano. Sin embargo, su nombre ha sido asociado a hallazgos paleontológicos y teorías sobre grandes reptiles marinos extintos.
En los textos bíblicos, como el Libro de Job y Salmos, el Leviatán se presenta con una descripción temible: un ser de inmensas escamas protectoras, fauces potentes que expulsan fuego y humo, y un poder que ningún humano puede doblegar. Simboliza las fuerzas de la naturaleza más allá del control humano, solo sometidas por Dios.
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Su figura trasciende la religión, ligándose a mitologías del Oriente Próximo como la ugarítica, donde se le llama Lotan, un monstruo policéfalo y serpentiforme relacionado con el caos primigenio. Esta conexión mitológica subraya su papel como encarnación de la anarquía original antes del orden.
La fascinación por su tamaño y ferocidad llevó a que el nombre fuera adoptado en la paleontología para nombrar a una especie de cetáceo extinto: el Livyatanmelvillei. Este depredador prehistórico, pariente del cachalote moderno, vivió hace unos 9-10 millones de años (Mioceno).
El Livyatanmelvillei era una ballena dentada colosal que se estima medía entre 13,5 y 17,5 metros, con los dientes funcionales más grandes conocidos en cualquier animal. Compartía su hábitat y era probablemente un rival directo del famoso tiburón gigante Megalodón.
Sus poderosas mandíbulas le permitían cazar grandes presas marinas, como otras ballenas, focas y tortugas, consolidándolo como el superdepredador de su ecosistema en el Mioceno. Este animal extinto es, en la realidad, el «animal grande» prehistórico que lleva un nombre inspirado en la criatura mítica.
La dualidad entre el Leviatán mítico y el Livyatanmelvillei es un ejemplo de cómo las leyendas sobre el terror de las profundidades marinas persisten e inspiran el nombramiento de hallazgos reales que encajan con la idea de un gigante oceánico.
El Leviatán bíblico también tiene un fuerte simbolismo político, notablemente en la obra de Thomas Hobbes, donde «Leviatán» representa al Estado soberano absoluto, necesario para mantener el orden social y evitar la «guerra de todos contra todos.»
En el Cristianismo y la demonología medieval, la criatura se identifica a menudo con Satanás o un demonio acuático, una serpiente antigua y maligna que induce a la envidia y representa la oposición a Dios.
Finalmente, la leyenda del Leviatán persiste en la cultura popular (literatura, cine, arte) como el arquetipo del monstruo marino, lo inconmensurable e indomable, que refleja el antiguo miedo humano a la inmensidad inexplorada del océano.
Aunque no existió un único «Leviatán prehistórico» como la bestia bíblica, la mitología y la paleontología se entrelazan a través del nombre, ofreciendo dos perspectivas sobre la figura de un coloso marino: una mítica y una científica.